“Pero
la vieja solamente fingía ser amable; en realidad era una bruja mala
que espiaba a los niños pequeños y había construido su casita de
pan solamente para atraerlos. Cuando uno caía en su poder, lo
mataba, lo cocinaba, lo comía y para ella ese era un día de fiesta”
(“Hansel y Gretel” Jacob y
Wilhelm Grimm).
El
26 de julio de este año, los perros de los vecinos de la calle
Dimitrova, en San Petersburgo (Rusia), estaban inquietos. Las
causantes de dicha inquietud eran unas bolsas tiradas cerca de un
estanque. Y no era para menos, ya que en su interior se hallaban los
restos de una mujer: el torso, las piernas, los brazos...pero no se
pudo encontrar ni las manos, ni la cabeza, lo que hacía más difícil
identificar a la víctima. Difícil, pero no imposible. Se trataba de
Valentina Ulanova, de 79 años, que vivía en un bloque de
apartamentos de la misma calle en que fue encontrado su cuerpo
desmembrado.
Valentina Ulanova |
Como
en la película, Valentina estaba durmiendo con su enemigo, o mejor
dicho, enemiga, ya que fue asesinada por su compañera de piso y
cuidadora, Tamara Samsonova, de 68 años. Sí, de 68 años, hecho por
el cual, en un alarde inaudito de imaginación, se le ha dado el
apodo de “La abuela destripadora” (“Granny Ripper”
en inglés, quién le hubiera
dicho a Jack the Ripper
que se abusaría tanto de su alias). La policía no tuvo dificultad
para vincular a Samsonova con el crimen, ella misma confesó haber
asesinado a su amiga...bueno, a ella y a dos personas más.
Tras
el correspondiente registro de su casa, la policía encontró pruebas
suficientes para demostrar que la mujer decía la verdad: Valentina
había sido una más. Una sierra, cuchillos, manchas de sangre en el
baño...su piso hubiera sido el paraíso para Gil Grissom (CSI Las
Vegas). Pero, además, tenían una confesión por escrito de la
oscura vida de Tamara: su propio diario.
Estaba entre libros “de
magia negra y astrología”
(hecho destacado en los distintos medios, seguros de que es un
detalle importantísimo que no se puede obviar) y escrito en ruso,
inglés y alemán. Esto fue algo que me llamó la atención, porque
me indujo a pensar que Tamara esperaba ser detenida o bien, tras su
muerte, quería que su diario fuera encontrado y leído. Aunque es
cierto que había trabajo como ayudante en uno de los principales
hoteles de la ciudad, así que puede que se le quedara la costumbre
de emplear varios idiomas. Pero no puedo evitar pensar que lo que
pretendía era entrar en el “selecto” club de los asesinos en
serie famosos. Una de sus vecinas, Marina Krivenko, que asegura
conocerla desde hace quince años, dice que Tamara estaba interesada
en Chikatilo, uno de los peores asesinos en serie que ha conocido el
país. Según cuenta, la detenida “reunía información sobre él y
cómo cometía sus asesinatos”. Si es así, puede que quisiera ser
famosa de alguna forma, por eso escribió el diario en tres idiomas y
lo colocó en un lugar visible, en vez de esconderlo, ya que, al fin
y al cabo, constituye una de las mejores pruebas. Pero no son más
que elucubraciones mías.Tamara portando la olla con la cabeza de Ulanova |
Como
dijo uno de los investigadores: “o es mucho más estúpida o más
inteligente de lo que parece”. Y es que Tamara no sólo dejó
constancia por escrito de sus aventuras, sino que, encima, fue
pillada por las cámaras de seguridad del edificio cuando bajaba las
escaleras y se dirigía a la calle, llevando las bolsas y dejando
manchas de sangre en su camino. Bajó en siete ocasiones. En una de
las grabaciones se ve que, en vez de una bolsa, lleva una gran olla
entre las manos. En ella había hervido la cabeza y las manos de la
víctima, aunque no se sabe exactamente si para evitar su
identificación o si había algún otro oscuro motivo detrás, ya que
no han aparecido, así como sus órganos internos. Esto ha llevado a
la policía a no descartar ninguna posibilidad, lo que incluye el
canibalismo. Algunos diarios ingleses, tan sutiles como siempre,
afirman que Tamara sentía predilección por los pulmones, algo que
se sabe, según ellos, por fuentes del Comité de Investigaciones de
Rusia (el equivalente ruso del FBI estadounidense), ya que al parecer
las víctimas (en plural) carecían de los órganos internos,
especialmente los pulmones. Las “fuentes” de este Comité no son
muy discretas que digamos y ya se sabe que en el diario se describen
asesinatos que tuvieron lugar hace más de diez años. Las
autoridades piensan que pudo haber matado a 13 personas, pero están
comprobando los casos sin resolver, de un período de veinte años,
en que aparecieron cuerpos descuartizados por la zona y comparando
los datos que tienen con los escritos de Tamara. Así que la cifra
podría aumentar.
En
la casa de la acusada encontraron la tarjeta de visita de un hombre
cuyos restos aparecieron en la calle Dimitrova, también en bolsas de
plástico, hace 12 años. La descripción de sus tatuajes constaba en
el macabro diario, así que es evidente que Tamara lo conocía.
Añadimos uno más al recuento.
El diario de Tamara |
A
pesar de que la policía, al parecer, no quieren dar a conocer los
extractos de su diario hasta que se complete la investigación (al
menos eso es lo que decía el artículo del Daily Mail del 5 de
agosto), no han sido pocas las filtraciones del mismo. En una de las
anotaciones, entre detalles mundanos y sin importancia como “bebí
café” o “he dormido mal”, Tamara cuenta qué hizo con uno de
sus inquilinos: “Maté a Volodya, le corté en pedazos en el cuarto
de baño con un cuchillo, puse las piezas de su cuerpo en bolsas de
plástico y las tiré en distintas partes del distrito de
Frunzensky”. Se sospechaba que había matado a un tercer inquilino,
pero éste, por suerte para él, seguía vivo y se ha convertido en
testigo del caso. Por lo que se ve, era peligroso alquilarle una
habitación a Samsonova. Fuentes policiales aseguran que también
mató a otro de sus inquilinos, un hombre de Norilsk de 44 años, en
septiembre de 2003, tras una discusión. Su modus operandi era
sencillo: drogar, descuartizar y deshacerse del cuerpo en bolsas. Es
lo mismo que le hizo a Valentina Ulanova y así lo confesó en uno de
los interrogatorios: “Llegué a casa y le puse todo el paquete de
Phenazepam (cincuenta
pastillas) en su ensalada Olivier (ensaladilla rusa). A ella le
gustaba mucho”. “ Me desperté después de las 2 a.m y ella
estaba tendida en el suelo. Así que empecé a cortarla en trozos”
“Era difícil para mí llevarla al cuarto de baño, ella era gorda
y pesada. Lo hice todo en la cocina, donde estaba tirada”.
Durante
la reconstrucción del asesinato de Ulanova, Tamara mostró cómo
descuartizó su cuerpo con una sierra de arco, tras lo cual envolvió
los trozos en unas cortinas y los introdujo en el interior de las
bolsas de plástico. También declaró haber hervido la cabeza y las
manos en una olla, en la propia cocina de Ulanova. En cuanto a los
motivos que le llevaron a cometer este crimen, la verdad, es que
parecen algo nimios, relevantes solo en su más que probable
desquiciada mente. Según su testimonio, ambas mujeres habían tenido
una discusión (según algunas fuentes el detonante había sido unas
tazas sin lavar) y Valya, como cariñosamente llamaba Tamara a su
compañera de piso, le dijo: “Estoy cansada de ti”. Le pidió que
volviera a su casa (Tamara y Valya vivían juntas en el apartamento
de la última, pero Tamara tenía su propio piso en el bloque), lo
cual, según la propia acusada, hizo que le diera un ataque de
pánico. Le asustaba volver a su casa, quizá por los fantasmas que
la habitaban...demasiada sangre se había derramado allí. Pensó que
el matar a su compañera le daría unos meses más de tranquilidad,
que podría “vivir aquí en paz durante otros cinco meses, hasta
que sus familiares se presentaran, o alguien más”. Al final, el
que se presentó fue, no un familiar, sino un asistente social, que
dio la voz de alarma tras la negativa de Samsonova de dejarle entrar
en el piso de Ulanova.
Samsonova,
como es obvio, tendrá que someterse a una evaluación psiquiátrica.
Mijail Vinogradov, psiquiatra forense, no dudó en dar un diagnóstico
al ser preguntado por medios rusos. Para él era evidente que padecía
esquizofrenia. Habrá que esperar al diagnóstico oficial, aunque
parece que es cierto que la mente de Samsonova no tiene al alguien
responsable a los mandos, ya que, según wikipedia (tan pronto y con
su propia entrada en wikipedia) había sido ingresada en un sanatorio
mental hasta en tres ocasiones. Por su parte, los vecinos la
catalogan de paranoica, siempre pensando mal de ellos. Cuando los
agentes la detuvieron, les dijo que era actriz y que había estudiado
en la prestigiosa Academia de Ballet Vaganov...para admitir
finalmente que en realidad había trabajado en un hotel de San
Petersburgo. Y es que su comportamiento es algo errático, pasa de
declararse culpable, a decir que en realidad fue un vecino, a
deleitar a los agentes con historias imaginativas y contradictorias.
En
la vista que tuvo lugar para determinar si ingresaba en prisión
preventiva, Samsonova parecía estar más preocupada por los
periodistas que seguían el caso, que por su propia suerte: “Sabía
que vendrían...es una desgracia para mí, toda la ciudad lo sabrá”
(gracias a internet lo sabemos medio mundo, Tamara). Al Juez, Roman
Chetobar, le dijo: “Me he estado preparando para esta acción
judicial durante docenas de años. Todo se hizo deliberadamente...no
hay forma de vivir. Con este último asesinato cerré el capítulo”
“(...) soy culpable y merezco un castigo”. Aplaudió cuando aquél
dictó su entrada en prisión preventiva.
La
preocupación de Tamara porque su oscuridad fuera revelada era
fundada y ahora sus vecinos deben estar preguntándose si realmente
su esposo se fue con otra mujer, allá por el 2005, como ella les
dijo, o si también terminó en bolsas. Ella denunció su
desaparición ante la policía, pero de él no se sabe nada.
En
fin, por mi parte no he dejado de pensar en todos esos cuentos en que
una, en principio, inocente ancianita se transforma en caníbal ante
la mera presencia de un niño de carnes tiernas. ¿Acaso las
abuelitas no han aprendido aún que los cuentos nunca deparan un
final feliz para ellas?.
“Mientras la niña se sentaba ante el telar y se ponía a tejer, la bruja salió de la habitación, llamó a su sirvienta y le dijo:
—Calienta
el baño de prisa y lava bien a mi sobrina, porque la quiero de
desayuno.
La
pobre niña escuchó a Baba-Yaga, y muerta de miedo, cuando la bruja
se marchó, le pidió a la sirvienta:
—Por
favor, no quemes mucha leña; mejor es que eches agua al fuego y
lleves el agua al baño con un colador. Y le regaló un pañuelo.
Luego
de un rato, Baba-Yaga, impaciente, se acercó a la ventana y
preguntó:
—¿Estás
tejiendo, sobrinita? ¿Estás tejiendo, querida?” (“La
Bruja Baba-Yaga”, cuento popular ruso)
Sara H. Bethencourt
Fuentes:
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