Para conocer a
Darya Nikolayevna Satykova, a la que también llamaban Saltychikha, hemos de
remontarnos a la Rusia del S.XVIII. Darya nació en 1730, en el seno de una
familia adinerada (aunque según algunas fuentes su familia no era noble). Se
casó joven, con un oficial del ejército perteneciente a la aristocracia, Gleb
Saltykov. El matrimonio no duró, pues Gleb murió dejando a una mujer aún joven (sólo
tenía 26 años) con dos hijos y un buen
patrimonio, de hecho se convirtió en la viuda más rica de Moscú. Entre sus
propiedades estaba una hacienda cerca de Podolsk, al sur de Moscú, llamada
Troitskoe, lugar en que hizo y deshizo a su antojo.
Saltykova
nunca fue una mujer que llamara la atención por tener un comportamiento extraño
o violento, por lo menos en vida de su marido, lo único mencionable era su
estado de perpetua melancolía (¿o quizá simple aburrimiento?). Pero tras
enviudar y con el paso del tiempo el carácter de Darya se avinagró, sobre todo
tras un desengaño amoroso, y es que la soledad es mala consejera. Se enamoró de
un apuesto hombre, Nikolay Tyutchev (abuelo del poeta Fyodor Tyutchev), que al
parecer era más joven que ella. Quizá a Nikolay le gustaba el modo de vida de
la adinerada viuda, quizá sólo estaba jugando con ella o simplemente no
tenía nada más que eco en el interior de su cabeza, el hecho es que tomó la
peor decisión posible: mentir a Saltykova y casarse en secreto con otra mujer.
Sin duda un error fatal, pues se encontró de frente con la furia desatada de la
mujer, que casi acaba con su vida al enterarse de la "feliz unión".
Nikolay y su esposa huyeron lo más lejos que pudieron, no era cuestión de
hacerse los valientes y reivindicar su amor. En la vida real las estupideces se
pagan.
Saltykova se
convirtió en una mujer irascible que necesitaba desahogar su rabia y ésta se
focalizó en quienes más cerca tenía, pero no piensen mal, no fueron sus hijos
el objetivo, sino los sirvientes. Junto a las propiedades heredadas de su
esposo, Darya recibió una enorme cantidad de sirvientes (suena mal, lo sé, pero
estamos hablando de la Rusia del S.XVII), por lo que se dice, unos 600. Para
ella no eran más que cosas que podía romper si se le antojaba y eso fue
precisamente lo que hizo, romper. Pero ella ni estaba loca ni era tonta, así
que prefirió siempre a las mujeres jóvenes (incluso niñas y embarazadas), algo
que pudiera manejar, pero nunca hombres...bueno, sólo mató a tres, pero por
accidente.
Todo asesino
se inicia en su particular ocio poco a poco. Lo mismo se puede decir de
Saltykova. En su caso aprovechaba el momento en que alguna criada hacía la
limpieza para quejarse de su incompetencia, un pretexto para tirarle un leño o
golpearla con un palo. Después de la paliza propinada, Saltykova exigía a la
dolorida muchacha que continuara con su labor, pero, evidentemente, le era
imposible, así que el castigo continuaba. Su sadismo fue aumentando y pronto
empezó a emplear técnicas más refinadas que los simples bastonazos: les
azotaba, les tiraba de las orejas con tenazas, les echaba agua hirviendo sobre
la cabeza o la cara (cualquiera diría que la juventud o la belleza le hería la
vista), les dejaba morir de inanición o de sed, las dejaba a la intemperie
desnudas (cuando más frío hacía, por supuesto)...incluso se llegó a hablar de
canibalismo, pero nunca se pudo probar. El hecho es que no todas sus
víctimas sobrevivían a semejante "tratamiento", tampoco le debía
importar mucho, morían con la suficiente lentitud como para darle satisfacción,
pero cada cuerpo constituía una prueba condenatoria. Evidentemente Saltykova
contaba con cómplices, que no sólo retenían a la pobre muchacha para que pudiera
torturarla, sino que además se deshacían del cuerpo después. Al parecer más de
una vez los secuaces de Darya fueron interceptados cuando transportaban los
cuerpos a otro lugar, los campesinos ya
no se creían que hubiera tanta muerte natural o por accidente en la casa de la
señora, estaban hartos de las mismas excusas.
Aunque para ella
no significaran nada, las mujeres que Darya mataba tenían familiares que las
querían y no estaban dispuestos a permitir que su muerte fuera en vano. Fueron
muchas las denuncias presentadas ante las autoridades, que se limitaban a
ignorarlas, no tenían ninguna intención de incomodar a dama tan poderosa. Es
más, a modo de cruel broma, fueron
algunos los de los denunciantes los que pagaron por quejarse. Pero la suerte es
caprichosa y se aparta del lado de uno cuando le apetece, y esto fue lo que le
ocurrió a Saltykova, pues dos campesinos, Martynov e Ilyn (que gracias a ella
había enviudado tres veces), pudieron escapar de su feudo y llegar a San
Petersburgo. Allí lograron lo que parecía imposible, que sus peticiones de
justicia llegaran hasta la propia zarina, Catalina la Grande. Corría el verano
de 1762 y Catalina hacía poco que había llegado al poder (la zarina Isabel I
había gobernado desde 1741 a 1762), pero estaba dispuesta a demostrar que era
una buena gobernante para sus súbditos, así que de inmediato ordenó que se
llevara a cabo una minuciosa investigación. Y así se hizo.
Realmente la
investigación fue minuciosa, pues duró nada más y nada menos que seis años,
durante los cuales Saltykova estuvo detenida (el "dónde" no lo he
podido averiguar). Se examinaron los registros referentes a la hacienda y se
interrogaron a los posibles testigos y a las víctimas supervivientes de la
violencia de esta mujer, pero no se pudo sacar mucha información, ya que éstos
tenían miedo a hablar, algo completamente comprensible pues durante el reinado
de Isabel I los boyardos (así se llamaban las familias nobles, los grandes
terratenientes) habían visto incrementados sus privilegios, así que no tenían
mucha esperanza de que la señora fuera a pagar por sus crímenes. Sin embargo, la investigación continuó y el resultado de la misma resultó sorprendente:
Salykova era sospechosa de haber asesinado a unas 138 personas en un período de
6 o 7 años. Pero sólo se pudo demostrar que había torturado hasta la muerte a
38 personas.
Saltykova
nunca se arrepintió de lo que había hecho (supongo que para ella sólo eran
cosas, juguetes de los que se había desecho una vez cumplida su función de
entretener), ni siquiera se confesó con el sacerdote que le habían enviado para
que reconociera su culpa. Por otro lado, nunca se reconoció la posibilidad de
que pudiera tener alguna enfermedad mental. Así que la pobre Catalina se
encontró con un dilema: ¿qué hacer con Darya Saltykova?. Por una parte, esta
mujer, aunque asesina y despreciable, era noble y la zarina no quería tener
problemas con los boyardos (famosos por sus intrigas palaciegas), pero tampoco
quería que se tomaran a risa sus medidas legislativas y los delitos de Darya
eran demasiado graves como para darle una palmadita en la espalda y permitir que
volviera a casa con la promesa de que no lo iba a hacer más. Hay que tener en
cuenta que en Rusia la pena de muerte había quedado en suspenso durante el
reinado de Isabel I (hecho que tuvo lugar en 1744), pero dicha suspensión, que
no abolición, duró sólo 11 años, así que técnicamente, Darya podía haber sido
ejecutada sin más, sin embargo Catalina, como su antecesora, no era muy
partidaria de esta medida. Así pues optó por tomar un camino que no supusiera
el ataque de la nobleza: Saltykova recibiría un castigo ejemplar, pero seguiría
conservando un corazón latiente.
El 2 de
octubre de 1768 fue sentenciada a cadena perpetua, pero antes tuvo que
someterse a público escarnio. Fue encadenada en una plataforma con un cartel al
cuello que rezaba: "Esta mujer ha torturado y asesinado". Después de
pasar una hora en la plataforma, Darya fue conducida al lugar donde pasaría el
resto de su vida: al convento Ivanovsky. Por ser una "invitada" tan
particular, se construyó una celda especial, sólo para su uso y disfrute, sin
luces, sin ventanas...para que gozara de la más completa oscuridad (era parte
de la condena). Sólo una vela iluminaba parte de sus días, luz que se apagaba
según terminaba de comer. Darya estaba obligada a escuchar los servicios
religiosos, pero sin darle la oportunidad de posar un pie en el templo,
relegada a algún lugar donde pudiera oír simplemente la voz del sacerdote.
Se suele
decir que "hierba mala nunca muere" y es cierto, porque Darya aguantó
esta muerte en vida durante 11 años. En 1779 fue llevada a una nueva celda,
esta vez con ventanas. Una multitud de personas que habían venido a curiosear
tuvieron la oportunidad de verla en todo su esplendor: una desquiciada
Saltykova se asomó a la ventana y les obsequió con insultos, escupitajos y con
el lanzamiento de algún que otro objeto. Parece que tantos años de oscuridad
habían hecho que olvidara su refinamiento, si es que alguna vez lo tuvo. Murió
en 1800 o 1801, con unos 71 años. No creo que muchos lloraran su muerte.
Monasterio Ivanosky |
Fuentes: