En cierta ocasión, charlando con el Sr.Daninsky, un auténtico erudito, me preguntó si ya había conocido a "la abuela zombi". Ante mi cara de extrañeza comenzó a describirme a tan singular mujer.
- Siempre había sido muy normal, hasta que llegó a la vejez. Entonces ocurrió algo curioso, perdió la capacidad de...
- ¿oler? ¿ver? - me adelanté.
- No, no...perdió la capacidad de distinguir.
- ¿De distinguir?
- Sí, no distinguía su mano derecha de la izquierda, arriba o abajo, ni los sabores, el frío del calor. Estaba en un estado de confusión perpetuo.
- ¿Y qué pasó?
- Pues que tampoco distinguía los colores, algo fundamental si quieres cruzar la calle sin peligro. Fue atropellada y murió.
- Pero sigue...¿cómo se transformó en zombi?
- Días después de su entierro despertó en el ataúd. Le pareció que había dormido más de la cuenta, se sentía entumecida y con la boca pastosa, y, simplemente, salió de la tumba. La buena mujer, no supo diferenciar la vida de la muerte. Por suerte no encontró el camino de vuelta a su casa, la reacción de sus vecinos hubiera sido digna de ver, y acabó aquí. Encontró un lugar donde vivir y empezó a recoger cualquier cosa que le resultara curiosa. Te recomiendo que le hagas alguna visita, si obvias el olor, encontrarás multitud de pequeños tesoros: libros, películas, ideas perdidas...
Por supuesto seguí el consejo del Sr.Daninsky. Enseguida me encariñé con la abuela zombi y no pude evitar dejar constancia de lo que encontraba en su morada.
S.H.B
La abuela siempre me recordó a Bette Davis |
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