"Te aseguro que no encontrarás nada peor, nada más
degradante, nada tan carente de esperanza, nada tan
intolerablemente sombrío y miserable como la vida que
dejé
tras de mí en el East End de Londres"
HUXLEY
“Veni vidi vici” (“vine, vi, vencí). Con esta expresión se dirigió Julio
César ante el Senado Romano, refiriéndose a su rápida victoria en la Batalla de
Zela (sólo duró cinco días), frente a Farnaces II de Ponto. Algo parecido se
puede decir de Jack el Destripador, ya que él “vino, mató y desapareció”. No se
sabe nada de él, ni quién fue, ni de dónde venía, ni el por qué mató...sólo se
sabe lo que dejó a su paso: cinco mujeres muertas, terror y morbo. Es más,
sigue provocando fascinación después de más de 120 años de su letal actuación.
Así que, sin más, pasen y vean, que la función va a empezar.
(Recomiendo escuchar la música para que la experiencia de la lectura sea distinta)
EL ENTORNO DE JACK
En el S.XIX, durante el reinado de la reina
Victoria, Gran Bretaña era un país en auge. Se había convertido en un gran
imperio con colonias en varios continentes, altamente industrializado. En esta
época (la reina Victoria reinó de 1837 a 1901) se produjeron grandes cambios en
política, economía, cultura, ciencia...Y Londres era la gran metrópoli del
Imperio, con un puerto de febril actividad donde anclaban barcos de todo el
mundo. Esta fue la época del corset, de hecho la sociedad victoriana estaba
bastante “encorsetada”, la moral, la rigidez y la disciplina constituían los
pilares de la conducta a seguir. Sin embargo la distribución de la riqueza no
era equitativa, apenas había políticas sociales, si acaso de beneficencia. Tal
distinción entre ricos y pobres se apreciaba incluso en la división de Londres:
el West End era la zona rica, de “privilegiados”; en el lado contrario estaba
el East End, donde se aglutinaban los pobres y marginados, los inmigrantes, las
prostitutas, donde el hambre era compañía indeseada y el alcohol dulcificaba
las penas.
EL CLUB DE LAS CINCO
“-¡Tú no puedes vivir allí!- decían todos con
gestos desaprobatorios-¡Dicen que hay lugares donde la vida de un hombre no
vale ni dos peniques!” (Jack London “Gente del Abismo”).
Entre agosto y noviembre de 1888 murieron cinco mujeres a manos de Jack: Mary
Ann “Polly” Nichols, Annie Chapman, Elizabeth “Liz” Stride, Catherine Eddowes y
Mary Jane Kelly. Estas son las llamadas “víctimas canónicas”, porque en ellas
se dan las características que se consideran propias de nuestro asesino, su
modus operandi. ¿Quiere decir esto que no mató a más mujeres? No, simplemente
que, en caso de ser así, no siguió el mismo patrón. De hecho, Tom Cullen en
“Otoño de Terror” (1969), se pregunta el por qué la prensa le dio tanta
importancia al asesinato de Polly Nichols, sobre todo cuando las muertes
derivadas de todo tipo de violencia
sobre la mujer eran algo común. La respuesta era simple: se habían dado cuenta
de que se había producido una serie de
crímenes que tenían algo que los diferenciaba de los demás. Tanto Tom Cullen como
otros investigadores creen que hay más
asesinatos con la impronta de Jack, en concreto él hace referencia a tres: el
de Fairy Fai, el de Emma Smith y el de Martha Tabram. Para otros
investigadores, sin embargo, el verdadero bautizo de sangre del asesino de
Whitechapel tuvo lugar con Martha Tabram.
Emma Smith era una mujer de 45 años que
ejercía la prostitución, como tantas otras del East Ends. El 13 de abril de
1888, Emma fue vista hablando con un hombre hacia las 12:15 de la madrugada.
Cuatro horas más tarde apareció en el hostal donde se alojaba, tambaleándose, con
la cara ensangrentada, una de las orejas cortadas, presionando su chal de lana
entre sus muslos en un vano intento de taponar la herida que le dirigía
inexorablemente a la muerte. La llevaron al London Hospital, en Whitechapel, y,
aunque sobrevivió unas horas, no se pudo hacer nada, entró en coma y murió
cuatro días más tarde. Pudo dar testimonio de su pesadilla, pero fue incapaz de
describir a sus asaltantes, sólo llegó a decir que había sido atacada por tres
o cuatro jóvenes de unos 19 años. Además de golpearla y violarla, le
introdujeron un objeto romo en la vagina, perforándole el peritoneo. Esto le
provocó una peritonitis y, finalmente, la muerte.
La mayoría de los ripperólogos no creen que
Emma fuera víctima de un joven Jack el Destripador, sino de una de las bandas
que pululaban por el East End, como la The Old Nichols, que exigían a las
mujeres una contraprestación económica a cambio de protección. Casi todas las
muertes que se producían entre las prostitutas se achacaba a una de estas
bandas. Para los investigadores, el relacionar a Jack con esta agresión
supondría asumir que era miembro de alguna de ellas, ya que Emma aseguró que se
trataba de un grupo de jóvenes, y se da por sentado que el Destripador era un
asesino solitario. Otra cosa a tener en cuenta es que en sus crímenes no se
daba agresión sexual.
Martha Tabram |
Cuatro meses después del asesinato de Emma
Smith, se produjo el de Martha Tabram, que muchos consideran que sí que pudo
ser obra de Jack el Destripador. De hecho el propio Frederick Abberline (el
investigador de Scotland Yard a cargo de los crímenes de Whitechapel) así lo creyó durante bastante tiempo. El 6 de
agosto de 1888 era día festivo y Martha Tabram decidió celebrarlo con una
amiga, Mary Ann Connelly, conocida como Pearly Polly, de la mejor manera que
conocía: bebiendo. Se pasaron toda la tarde de pub en pub en compañía de unos
soldados. Tanto Martha como Pearly Polly eran “mujeres soldado”, llamadas así
porque ofrecían sus servicios sobre todo a los soldados. Sobre las 11:45 de la
noche, las mujeres, acompañadas de sus respectivas parejas, separaron sus
caminos: Pearly Polly se dirigió a Angel Alley y Martha a George Yard (en esta
época las prostitutas solían llevar a sus clientes a callejones o patios
traseros para “realizar el trabajo”, el lugar no importaba mucho).
A las 3:30 de la madrugada, Alfred Crow
volvía a su alojamiento en uno de los edificios de George Yard y, al subir las
escaleras, vio a alguien durmiendo en los escalones del primer piso. No se extrañó,
allí era algo habitual, así que se fue a acostar. En este punto hay que mencionar
que hacia la 1:50 de la mañana Elizabeth Mahoney que también vivía en el mismo
edificio, pasó por el mismo lugar para dirigirse a su casa pero ni vio a nadie
ni notó nada extraño.
Más de una hora más tarde, hacia las 4:45
de la mañana, salía a trabajar John Reeves. Al igual que Alfred Crow, vio a esa
persona que aparentaba dormir en las escaleras, pero como ya había algo de luz
que iluminara el hueco de las escaleras, también pudo comprobar que el cuerpo
yacía en un charco de sangre coagulada. Salió corriendo a avisar a la policía.
El cuerpo de Martha Tabram se encontraba
decúbito supino (boca arriba), con los brazos a ambos lados del mismo, pero sus
piernas estaban abiertas, como si acabara de realizar el acto sexual. ¿El
asesino estaba exhibiendo a su víctima?.
El encargado de realizar la autopsia fue el
Dr. Timothy Killen. A pesar de tener 39 años, el Dr. Killen describió en el
informe a Martha como una mujer de mediana edad, obesa, de pelo y tez oscura, y
de 162 cm. Se estimó que el deceso se había producido unas tres horas antes del
examen del cuerpo, esto es, sobre las 2:30 o 2:45 de la mañana (la autopsia se
empezó a realizar sobre las 5:30 de la mañana). Martha Tabram había recibido 30
puñaladas, sobre todo en el torso y en la zona genital. Una de ellas había sido
en el corazón, la herida que, según el Dr. Killen, fue la que la mató. En
opinión del forense, todas las puñaladas, salvo una, parecían haber sido
producidas por una persona diestra y todas, excepto una, parecían hechas con una navaja pequeña. Esa “una” se
trataba de una herida en el esternón, que parecían haber sido producida por una
bayoneta, Así pues, para el Dr.Killen el asesino había usado dos armas.
Patricia Cornwell en “Retrato de un
asesino” (2003) hace una crítica feroz a esta autopsia, tachándola
prácticamente de chapuza. Parece olvidarse que se realizó en el S.XIX y no en
el XXI. Para ella es probable que el arma empleada fuera una daga, ya que ésta
tiene la punta fina y el cuerpo ancho,
algo que pudo llevar a error al forense, ya que no tuvo en ni siquiera el
ángulo de la herida o si el cuchillo usado tenía o no doble filo, por lo que
terminó considerando que se usaron dos armas. Por otro lado, la violencia
empleada en el crimen y las heridas causadas en la zona genital demostrarían su
carácter sexual, a pesar de no haber mediado agresión de este tipo. Este hecho
colocaría a Martha Tabram junto a las víctimas oficiales del destripador, ya
que ninguna presentaba signos de violación o agresión sexual. Sin embargo, hay algo que se dio en todas las
demás y en ella no: todas fueron degolladas, pero Martha no.
Algunos investigadores creen que hubo más
víctimas que no han sido reconocidas como oficiales, puede que una diez o más.
Sin embargo hay muchos más que, como Sir Melville Macnaghten, Subcomisario y
Jefe del Departamento de Investigación Criminal (llegó al cuerpo sólo un año
después de los crímenes del Destripador), opinan que sólo hubo “cinco víctimas y nada más que cinco”.
Reciben el nombre de “víctimas canónicas” y en ellas se puede reconocer la
firma del asesino, su modus operandi: mutilación post mortem, ya que primero
las degollaba (se ha dicho que es probable que antes de degollarlas le
provocara una pérdida de conciencia empleando el estrangulamiento) e
inexistencia de agresión sexual.
Mary Ann Nichols |
Se considera que la primera mujer a la que
mató Jack fue Mary Ann Nichols, “Polly”, el 31 de agosto de 1888. Polly era una
mujer de 42 años, regordeta y de unos 161 cm. Era alcohólica desde hacía
tiempo, de hecho esa fue la causa de que su marido se hubiera separado de ella
siete años atrás, aunque Polly insistía en que la verdadera razón era que él
tenía una amante. Habían tenido cinco hijos, pero había perdido su custodia. Como tantas
mujeres, Polly se dedicaba a la prostitución, de hecho, la noche de su muerte
fue vista por Emily Holland, a las 2:30 de la mañana, a la que explicó que
necesitaba conseguir el dinero del albergue para poder pasar la noche. Había
ganado ese día tres veces más de lo que le costaba la cama, pero se lo había
gastado en bebida y, al volver al albergue de la calle Thrawl, la habían echado
porque le faltaban cuatro peniques. Polly, dignamente, le dijo al encargado del
albergue que le reservara la cama, que pronto conseguirían el dinero...tenía un
bonito sombrero nuevo.
Sobre las 3:45 de la madrugada del 31
de agosto, George Cross caminaba por Buck’s Row, un callejón de Whitechapel,
para dirigirse a su trabajo en el mercado de Spitalfields. De repente vio lo
que parecía ser un paquete envuelto, se acercó con la esperanza de haberse
encontrado algo de valor. Era una mujer con las ropas desordenadas. En ese
momento apareció otro trabajador del mercado, John Paul. Un poco asustados,
ambos intentaron averiguar si la mujer estaba bien. A Paul le dio la sensación
de que aún respiraba, que sólo estaba
borracha, así que le dijo a Cross que le ayudara a ponerla en pie, pero este
pensó que lo mejor era dejarla como estaba y avisar a un policía, pues tenía la
falda levantada hasta las caderas y podía haber sido víctima de una violación.
Ninguno de los dos se había dado cuenta del profundo corte que tenía en el
cuello. Le bajaron la falda y se fueron.
Poco tiempo después volvieron con G. Mizen, pero se encontraron con otro
policía, John Neil, que ya estaba dando voces en un intento de alertar a otros
compañeros. John Neil hacía su ronda por Buck’s Row cada media hora y, mientras
Paul y Cross comunicaban su macabro hallazgo a Mizen, Neil había encontrado el
cuerpo de la mujer. Él si vio el tajo del cuello. Según Colin Wilson y Robin
Odell en “Recapitulación y Veredicto”: “...Cuando dirigió el haz de luz de
su linterna de lente abombada a la entrada, el policía Neil se dio cuenta
inmediatamente de que el fardo amorfo era el cuerpo de una mujer. Yacía de
espaldas, con un brazo cerca de la verja del establo y el otro estirado sobre
el suelo; su toca de paja negra se encontraba a corta distancia. A la luz de la
lámpara, el policía Neil vio una horrible cuchillada en el cuello de la mujer,
de la cual la sangre había salido en pequeños chorros hacia el arroyo.”. Se llamó al Dr. Llewellyn, que llegó sobre
las 4:00, enfadado por haber sido despertado a esas horas. Sólo hizo un
reconocimiento rápido antes de ordenar el traslado del cuerpo a depósito. Dijo
que hacía media hora aproximadamente que se había producido el deceso. El
cuerpo yacía de espaldas al suelo, con la mano izquierda contra una verja, las
piernas estiradas y presentaba un profundo corte en el cuello. Sin embargo, a
pesar de que el corte era de tal envergadura que casi le secciona la cabeza, en
el suelo no había mucha sangre. Esto le llamó la atención y pensó que en ese lugar no se había producido el
crimen. Se procedió al traslado de la víctima y, después, a limpiar la zona.
Echaron agua en el suelo para que arrastrara la sangre a las alcantarillas. El
agente John Phil había sido testigo de estas labores y observó que había una
mancha de unos 15 cm de diámetro de sangre coagulada, es decir, que sí había
bastante sangre, sólo que se hallaba bajo el cuerpo, con sólo haberlo girado el
Dr. Llewellyn se hubiera dado cuenta.
El cuerpo de Polly Nichols
fue llevado al depósito de Old Montage, que en realidad no era más que un
cobertizo en el patio trasero de un asilo, donde las autopsias se practicaban
en las peores condiciones que se pueda imaginar. Allí fue cuando descubrieron,
al levantar las enaguas, que le habían rajado el abdomen, dejando los
intestinos a la vista. Presentaba varias heridas realizadas, según el forense,
con un cuchillo de hoja larga, empleado con gran violencia. Según Llewellyn, el
asesino le había tapado la boca (ya que presentaba unos morados en la cara que
sugería tal idea) y después la había degollado, no por detrás, sino por delante
y de izquierda a derecha. Por tanto, creía que era zurdo. La posterior
instrucción del caso terminó, como los demás, con la declaración de que Mary
Ann Nichols había sido asesinada por persona o personas desconocidas.
Annie Chapman |
La siguiente víctima fue
Annie Chapman, “Annie la Morena”, de 47 años y también obesa. Annie solía
vender flores, labores de costura o cuidar ancianos. Pero, aun así, solía
prostituirse para ganar algo más. Había estado casada y tenía dos hijos de esa
relación. Pero hacía tiempo que la pareja se había separado debido al
alcoholismo de ella. Annie no estaba del todo abandonada, ya que recibía una
pensión por parte de su exmarido de 10 chelines semanales. Por lo menos así fue
hasta que él murió, entonces fue cuando Annie terminó de hundirse en el pozo en
que se había convertido su vida. Cada vez se encontraba peor y empezó a sufrir
mareos y desmayos. Vivía en un antro regentado por Timothy Donovan, en Dorset
Street. En la madrugada del 8 de septiembre, Donovan le exigió el coste de la
cama, 8 peniques. Annie, no estaba de suerte, le dijo que había estado en el
hospital y que no tenía dinero, se encontraba débil. A él le dio igual, las
normas eran las normas. Ella salió a buscar el dinero. Eran cerca de las dos de
la madrugada y nadie volvió a verla con vida.
Eran aproximadamente las
cinco de la mañana cuando John Richardson, se sentó en unos escalones del patio
trasero del nº29 de Hanbury Street (este
lugar era frecuentemente utilizado por las prostitutas, que llevaban allí a sus
clientes) para cortar un trozo de cuero de su bota que le estaba molestando. Se
cree que a esa hora Annie Chapman estaba justo a su lado, seguramente acababa
de ser asesinada. Pero realmente no fue hasta aproximadamente las seis de la
mañana hasta que su cuerpo fue encontrado por John Davies, muy cerca de los
escalones donde Richarson había estado, entre la casa y la valla. Tras
recobrarse, cubrió el hallazgo con una lona y fue a avisar a la policía. Esta
vez se dio aviso al Dr. George Phillips.
Annie Chapman yacía decúbito
supino, con la mano derecha apoyada sobre el seno izquierdo y el brazo
izquierdo extendido. Las piernas estaban flexionadas, con la falda levantada
hasta las rodillas. Como a Polly Nichols, la habían degollado, pero esta vez de
una forma tan brutal que la cabeza estaba casi totalmente separada del cuerpo,
apenas se mantenía. La habían eviscerado y colocado los intestinos sobre el
hombro izquierdo. El Dr. Phillips determinó que la muerte se había producido
unas dos horas antes. Notó que tenía la cara hinchada y la lengua le asomaba un
poco de entre los dientes, por lo que llegó a la conclusión de que la habían
estrangulado antes de degollarla o, al menos, se había quedado inconsciente. En
cualquier caso la mutilación fue postmortem. En “Recapitulación y veredicto” de
Colin Wilson y Robin Odell podemos leer: “(...) el médico encontró que el
rostro y la lengua de la mujer estaban hinchados y que había magulladuras en la
cara y el pecho, el dedo anular presentaba también señales de abrasión donde
los dos anillos de latón habían sido sacados a la fuerza. El cuello había sido
cortado de izquierda a derecha con dos incisiones paralelas bien determinadas
como a un centímetro de distancia una de otra. El abdomen había sido abierto
por completo y una parte de los intestinos, seccionada de su sostén
mesentérico, le habían sacado el abdomen y colocado en el hombro izquierdo de
la mujer postrada, mientras que, de la región pélvica del cuerpo, el útero y
los ovarios, parte de la vagina y una parte de la vejiga habían sido
seccionadas totalmente y arrancados. Comprobó que la causa de la muerte fue un
sincope o fallo del corazón debido a una pérdida masiva de sangre por el cuello
cortado...”.
Una curiosidad: las
pertenencias de Annie, salvo esos anillos, estaban colocadas a sus pies: un
trozo de muselina gruesa, un peine y un trozo de sobre en el que guardaba unas
píldoras. Posiblemente se llevó los anillos como trofeo.
Tras la muerte de Chapman se
formó el Comité de Vigilancia de Whitechapel. Se trataba de un grupo de
ciudadanos que pretendían vigilar la zona y servir de apoyo a la policía. Lo
dirigía George Akin Lusk. Fue Lusk quien el 16 de octubre de 1888 recibió un
paquete, en cuyo interior había una carta y un macabro regalo: medio riñón.
Según los estudios practicados era humano, no se pudo decir mucho más, y,
después de lo sucedido el 30 de septiembre se creyó que era el que le había
sido extirpado a Catherine Eddowes, aunque los resultados no eran concluyentes.
La carta empezaba con una frase que se ha hecho famosa, “Desde el infierno”: “Desde
el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una
mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí,
estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo,
si se espera usted un poco. Firmado, Atrápeme si puede Señor Lusk.”
George A. Lusk |
Esta vez la policía registró
a fondo el callejón donde habían encontrado el cuerpo. Hallaron un mandil de
cuero con leves rastros de sangre, visibles a pesar de que había sido lavado. Este
hecho fue publicado en los periódicos y el asesino de Whitechapel se convirtió
en “Mandil de Cuero”. Poco después se arrestó a John Pizer, un zapatero judío
que, debido a su profesión, llevaba ese tipo de elementos. En “Jack the Ripper
A-Z” de Paul Begg, Pizer no fue más que un cabeza de turco al que tuvieron que
liberar poco después porque no se tenía ninguna prueba contra él.
Al parecer había alguien
oculto en las sombras al que no le agradaba mucho que “El Asesino de
Whitechapel” no tuviera un nombre propio, y tampoco vería con buenos ojos el de
“Mandil de Cuero”. Era hora de que apareciera Jack. El 27 de septiembre se
recibió una carta en la Central News Agency (Agencia Central de Noticias). Se
pensó que era un bulo, pero fue remitida a la policía (aunque parece que no se
dieron mucha prisa, porque parece ser que la recibieron el 29 de septiembre). A
la misiva se le da el nombre de “Dear
Boss” (“Querido jefe”), precisamente por el encabezamiento. Hay que tener en
cuenta que esto es un americanismo, al igual que otras expresiones de la carta.
Tiene varias faltas ortográficas y está escrita en tinta roja: “(...) Guardé
algo de la sustancia roja en una botella de cerveza de jengibre para escribir,
pero se puso tan espesa como la cola y no la pude usar. La tinta roja servirá
igual, espero, ha.ha. (...)”. A partir de este momento nuestro asesino
entra en la historia con el nombre que le daría la fama, y todo gracias a la
firma de la carta: “Sinceramente suyo. Jack el Destripador.” (se cree que esta
carta fue “creada” por un periodista).
En principio, como se ha
dicho, a esta misiva no se le dio mucha importancia, pero eso cambió a partir
del 30 de septiembre, la llamada “Noche del Doble Evento”, ya que se cumpliría
la promesa impresa en ella: “(...) En el próximo trabajo le cortaré las
orejas a la dama (...)”. Y eso fue justamente lo que pasó.
Elizabeth Stride, “Long Liz”,
de 45 años, acababa de abandonar al que había sido su pareja, Michael Kidney.
No era algo extraño, seguramente Kidney esperaba su regreso de un momento a
otro, porque Liz de vez en cuando necesitaba alejarse de él para poder beber a
gusto. El apellido de soltera de Liz era Gustafsdotter y era sueca. En 1869 se
había casado con John Thomas Stride, que falleció en 1884 en el asilo para
enfermos Poplar and Stepney. Sin embargo Elizabeth prefería contar que había
perdido a su marido y a sus hijos (a pesar de que no se sabe ni si los tuvo) en
el naufragio del Prince Alice, un barco de vapor que había chocado contra un carbonero.
Murieron 600 o 700 personas. Al parecer contaba esta historia para recibir una
ayuda económica que daba la Iglesia Sueca a los supervivientes del naufragio.
Pero se enteraron de las mentiras y dejaron de pagarle. Cuando no tenía a nadie
que la mantuviera, Liz cosía o, directamente, se prostituía. El 27 de
septiembre había dejado a su actual pareja, Michael Kidney y se había mudado a
una pensión en Flower and Dean Street. En la noche del 29 de septiembre fue
vista con varios hombres o eso parece (quizá sólo estuvo con uno y los testigos
dieron descripciones equivocadas). La última persona, sin ser el asesino, que
la vio con vida fue un policía, William Smith, al que le había llamado la
atención la flor que la mujer llevaba en la solapa. Según su testimonio, iba
con un hombre afeitado, de aspecto respetable, de aproximadamente 173 cm. con
abrigo, pantalones oscuros y gorra de cazador. Es interesante un dato que
aportó: el hombre llevaba un paquete envuelto en papel de periódico de unos 40
cm.
Elizabeth Stride |
A la una de la madrugada del
30 de septiembre, Louis Diemschutz llegó con su carro a la parte trasera del
Club Educativo Internacional de Trabajadores, en Berner Street, del que era
administrador. A pesar de lo avanzado de la hora en el Club aun había “fiesta”.
Algo extraño ocurrió cuando fue a entrar en el callejón: su poni se negó a
seguir adelante. Diemschutz se bajó del carro y, a pesar de la oscuridad,
distinguió un bulto en el suelo. Encendió una cerilla que le permitió ver lo
que era: una mujer. Fue corriendo hacia el club a buscar una vela y a unos
compañeros para auxiliar a la mujer que él creía que estaba borracha o
desmayada. Era tarde, Elizabeth Stride había sido degollada, pero sólo eso, su
cuerpo no presentaba el resto de las mutilaciones que se consideran “marca de
la casa” del Destripador. Se cree que el asesino fue interrumpido por la
llegada de Diemschutz, no pudiendo culminar su obra.
El siguiente escenario se
sitúa en Mitre Square. Según Patricia Cornwell, tras huir de Bener Street, Jack
pudo ir por Commercial Road en dirección oeste y después girar a la izquierda
en Aldagate High Street. Este es el camino más directo para llegar a Mitre
Square, a la City de Londres, no hubiera tardado más de 15 minutos. Allí
encontró a Catherine Eddowes, de 43 años. Según John Kelly, Catherine no era
alcohólica, aunque a veces bebiera mucho, y tampoco era prostituta (muchas
mujeres del East End sólo se prostituían de forma ocasional). Ambos habían
llegado hacía poco de Kent, donde habían recogido lúpulo para la fabricación de
cerveza. El día 29 de septiembre, John no había conseguido el dinero que le
hacía falta para quedarse en la habitación que compartían en Flower and Dean
Street. El sábado por la mañana Catherine había empeñado las botas de su pareja
y por la tarde salió en busca de su hija (tenía tres hijos a los que hacía
tiempo que no veía), para pedirle algo de dinero. No la encontró. A las 20:30
fue llevada a comisaria, borracha, y allí pasaría las siguientes cuatro horas.
Había dado una dirección y nombre falsos: “Mary Anne Kelly, de Fashion Street”.
Catherine Eddowes |
Cuando Catherine salió, se
dirigió a Houndsdith, donde había quedado en verse con Kelly, pero después se
dirigió a Mitre Square. Allí se encontró su cuerpo a sobre la 1:45 de la
madrugada. Estaba tendida boca arriba, con los brazos extendidos a ambos lados
del cuerpo, la cara girada hacia la izquierda, una pierna flexionada y la otra
extendida. Esta vez las ropas habían sido cortadas o, más posiblemente,
desgarradas, dejando el cuerpo medio desnudo. La vista no era agradable: la
cara estaba horriblemente mutilada, le habían cortado la punta de la nariz,
tenía cortes bajo los párpados, el abdomen había sido rajado desde el esternón
hasta la zona genital, los intestinos descansaban sobre el hombro derecho. Le
habían extirpado el riñón izquierdo y cortó la mitad del útero, se los llevó. Por supuesto, también había sido
degollada. El cuerpo fue llevado al
depósito de cadáveres de la City. Cuando se procedió a desnudarla el lóbulo de
la oreja izquierda cayó. Al parecer se había quedado enredado entre las ropas.
Esta vez la autopsia practicada fue mucho más profesional que las anteriores,
ya que, debido a su tamaño, la City tenía más medios (la City es una superficie
de alrededor de 2’6 km con un status especial).
Catherine Eddowes |
Aún quedaba un último acto,
la culminación de su obra. Esta vez la protagonista iba a ser una hermosa joven
de 25 años llamada Mary Jane Kelly. Vivía en una habitación del nº 13 de
Miller’s Court, en una planta baja. La compartía con su pareja, Joseph Barnett,
aunque solían pelearse a menudo y en el trascurso de una de sus discusiones
rompieron el cristal de la ventana más próxima a la puerta. Esta circunstancia
sería aprovechada por ambos para abrir la puerta, ya que al parecer habían
perdido las llaves. Diez días antes de la muerte de Kelly, ésta había roto con
su pareja, a causa de una mujer llamada María Harvey, que se quedaba en ocasiones a
dormir con Mary Jane, algo que Barnett no consentía. Después de esta discusión
se volvieron a ver, él pasaba y le dejaba algo de dinero, pero no volvió a
quedarse con ella. El 9 de noviembre por la mañana, Thomas Bowyer, “Indian
Harry”, se acercó a la habitación de Mary Jane para intentar cobrar la renta
que debía a su casero, John McCarthy.
Mary Kelly |
A partir de aquí, Jack el
Destripador desaparece en la bruma. No se sabe por qué, pero dejó de matar de
una forma tan repentina como había comenzado (aunque algunos investigadores
consideran que no fue así, que hubo víctimas posteriores). ¿Por qué dejó de
matar? No hay una única respuesta: pudo haber muerto, emigrado o huido a otra
ciudad o país, detenido por otra causa, encerrado en alguna institución...El
caso es que se considera que Mary Jane Kelly fue la última víctima de Jack.
Localización de los cuerpos |
En 1977 se publicó un libro llamado “Jack
the Ripper: The Final Solution” de Stephen Knight (Jack el Destripador: la
solución final). En ella se relacionaba a la familia real con las muertes de
estas cinco mujeres. Una orgía de sangre que empezaba con una hermosa historia
de amor. Según Knight, el Príncipe Albert Victor conoció a una joven llamada
Annie Crook a través de su amigo, el pintor Walter Sickert. Annie, que
desconocía la verdadera identidad del príncipe, mantuvo un romance con él y se
quedó embarazada. La pareja se casó en secreto, siendo testigos Sickert y Mary
Jane Kelly, que sí reconoció al novio. En abril del 1885 nació la hija de Annie
Crook, Alice. Knight dice que Mary Kelly contó toda la historia a sus amigas,
que más tarde se convertirían, junto a ella, en las “víctimas canónicas”, y, al
parecer, les pareció que era algo demasiado bueno como para no aprovecharlo.
Surgió la idea del chantaje.
Príncipe Albert Víctor |
Estas nefastas noticias llegaron a oídos de
la reina Victoria, que no estaba dispuesta a que unas sucias prostitutas
mancharan la reputación de la familia real. Había que solucionar el problema.
El elegido fue William Gull, el médico que ya había salvado en una ocasión la
vida del príncipe, que tenía sífilis. El doctor Gull había sufrido en 1887 un
infarto que le había producido afasia (al parecer este trastorno le producía
alucinaciones). La idea era, al parecer, que asustara a las mujeres, o les
practicara una lobotomía, como ya habría hecho con Annie Crook. Pero Gull, seguramente debido a sus problemas
psíquicos, exageró el encargo y solucionó el problema definitivamente y a su
manera.
Esta teoría conspirativa no tiene ningún
crédito entre los ripperólogos. Sin embargo el nombre de Gull ya había surgido
en relación a los sucesos de Whitechapel, en una fecha tan temprana como 1895.
El Chicago Sunday Times-Herald publicó una historia contada por un cirujano de
Londres, el Dr. Benjamin Howard. Según el artículo, un vidente llamado Robert
Lees condujo a un inspector de la policía a la casa de un importante cirujano,
asegurando que era Jack el Destripador. Les recibió su esposa, que en un primer
momento se mostró furiosa, pero terminó por admitir que era cierto que en las
noches de los crímenes su marido había estado ausente. Cuando llegó Gull confesó
que en ocasiones se había despertado con manchas de sangre en su camisa, pero
no recordaba nada. Hay que decir que en el artículo no se menciona directamente
a Gull, pero se deduce que es él por las informaciones indirectas que se
aportan.
Pero la cosa no queda ahí. En el informe se
explica que a Gull le hicieron una especie de juicio secreto masónico (aunque
no se ha podido demostrar fehacientemente que Gull fuera masón). Cuando el
artículo salió en una publicación inglesa, el Dr. Howard se desvinculó de tal
información, estaba furioso. Se cree que toda esta historia fue un invento de
la prensa, que sacó conclusiones de rumores.
Dr.William Gull |
En realidad, durante mucho tiempo se
consideró que el asesino de Whitechapel era médico o, al menos tenía
conocimientos de medicina. Sin embargo, ya desde el principio, existían voces
contrarias a esta teoría. En octubre de 1888, Scotland Yard envió al Dr.Thomas
Bond los informes que tenían sobre los crímenes de Jack el Destripador, le
solicitaban su propio análisis, estaban desesperados por tener una idea acerca
de la identidad de Jack. El Dr. Bond hizo un auténtico perfil del asesino, no
como los actuales, pero iba bien encaminado. Según él tras los asesinatos
estaba la misma mano ejecutora, pero que no era médico, ya que las mutilaciones
no mostraban que se tuviera ese tipo de conocimientos, al contrario, más bien
creía que podría ser carnicero o matarife, una persona acostumbrada a matar
animales (en la actualidad se considera que los asesinos psicópatas suelen practicar
primero con animales, torturándolos cruelmente o matándolos). El objetivo no
era matar a una mujer, era mutilarla. Es obvio que el nivel de violencia y la
brutalidad en las mutilaciones fue in crescendo. Para Bond estaba claro que los
crímenes tenían un claro componente sexual, a pesar de que en las autopsias no
se pudo encontrar restos de semen o signos de agresión sexual. El caso es que
las autopsias del S.XIX no son como las actuales, los forenses ejercían su
profesión en condiciones nefastas, con pocas o nulas condiciones higiénicas. En
varias ocasiones los cuerpos de las víctimas fueron lavados, aun sin
autorización del forense.
Dr.Thomas Bond |
¿Cómo se puede asegurar que no había semen? Ni
siquiera contaban con buena iluminación y las mujeres eran prostitutas, en ocasiones
ni se aseaban entre un coito y otro. Sus ropas estaban ajadas, seguramente se
ponían el mismo vestido prácticamente todos los días, con lo que tendrían
multitud de manchas. De todas formas, el que hubieran encontrado semen era
irrelevante, sólo demostraría que el sexo era parte de la motivación del
asesino, pero no nos diría nada de su identidad. Bond consideraba que
seguramente el autor de los crímenes no podía mantener relaciones de forma
normal o era impotente. De hecho, consideraba que se trataba de un asesino
solitario al que periódicamente le daban “ataques” de furia asesina o sexual.
Parte de las ideas de Bond coinciden con el perfil dado por Robert Ressler,
un moderno perfilador criminal del FBI, ya retirado. En 1998 publicó “Dentro
del Monstruo”, libro en que contaba parte de sus experiencias como perfilador
de asesinos en serie. Pero también daba un perfil de Jack el Destripador,
aunque de forma un tanto somera. Él consideraba que Jack pertenecía a la misma
clase social de las víctimas, si no fuera así hubiera llamado mucho la atención
en una zona deprimida como Whitechapel, además, parecía conocer bien el lugar.
Como el Dr. Bond, también opina que se trata de crímenes con contenido sexual,
por varios motivos, en primer lugar por la utilización de un cuchillo y la
forma de emplearlo, su acometida contra el cuerpo de las mujeres sustituiría a
la penetración sexual. Ressler opina que el empleo de cuchillo u otros objetos
son sustitutivos del pene, lo llama “necrofilia regresiva”. Pero también hay
que tener en cuenta el tema de las mutilaciones, la mayoría de las veces muy
centradas en la zona genital, llegando a extraer el útero a algunas de ellas.
Ressler clasificaba a los asesinos en serie
en “organizados” y “desorganizados”. Jack pertenecería a este último grupo
(aunque hay investigadores, como Grabiel Pombo, que considera que más bien se
encuadraría en un tercer grupo, los asesinos mixtos, es decir, que reúne
características de los dos grupos). Se trataba de un hombre perturbado que iba
a más, algo que demuestra la intensificación de la violencia y del desorden
reinante en la escena del crimen, culminando con la “locura” mostrada en la
pequeña habitación de Mary Kelly. Para Ressler seguramente el asesino de
Whitechapel dejó de matar porque llegó a tal nivel de perturbación mental que
ya no podía seguir con su actividad, bien porque se suicidó o porque fue
ingresado en alguna institución mental.
Montague John Druitt |
Y es curioso que Ressler mencione el tema
del suicidio, ya que el 31 de diciembre de 1888 apareció en cuerpo, en avanzado
estado de descomposición, de un joven abogado de 37 años llamado Montague John
Druitt. Se piensa que se suicidó poco después del asesinato de Mary Kelly,
aunque realmente se desconoce cuándo lo hizo, si es que lo hizo, ya que no
faltan conspiradores que piensan que en realidad fue asesinado, pues había sido
elegido como cabeza de turco. El 30 de enero había sido despedido de Blackheath
School, una escuela para chicos donde daba clases. Sin embargo, este despido es
improbable que fuera la causa del suicidio ya que Druitt era abogado, no le
hacía falta el trabajo de profesor para mantenerse. Se piensa que la causa de
este despido fue que se descubrió su homosexualidad, su mundo se desmoronaba.
No se encontró ninguna nota entre los objetos que se encontraron en sus
bolsillos, por lo que nunca se sabrá exactamente cuál fue la causa que le llevó
a suicidarse, aunque sí se encontró una en su habitación en la que se podía
leer: “Desde el viernes pasado, siento
que voy a acabar como mi madre, y estaría mejor muerto”. La madre de John
estaba internada en un centro psiquiátrico (de hecho varios miembros de su
familia, incluyendo su hermana mayor, que también se suicidó, padecían
trastornos mentales). ¿Por qué se relacionó a Druitt con Jack el Destripador? En los años 70 del S.XX varios investigadores
sacaron a la luz las notas que Sir Melville Leslie MacNaghten, un alto jerarca
de Scotland Yard, expuso en un memorándum interno. Para él estaba claro que
Druitt y el asesino de Whitechapel eran la misma persona: “ (...) el Sr.
M.J.Druitt, un médico de unos 41 años de edad y de familia bastante acomodada,
que desapareció cuando se cometió el asesinato de Miller´s Court, y cuyo cuerpo
fue encontrado flotando en el Támesis el 31 de diciembre, o sea, siete semanas
después de este asesinato. Era sexualmente insano y por informaciones privadas,
tengo casi la certeza de que su propia familia sospechaba que era el
responsable de los crímenes”. Lo curioso de este memorándum son los errores
que contiene: Druitt tenía 31 años, no era médico y nunca se ha podido probar
que su familia creyera que era un asesino. La teoría de que este abogado fuera
Jack el Destripador está abandonada.
George Chapman |
También el famoso detective de Scotland
Yard, Frederick Abberline, tenía un favorito para ser Jack. Se trataba de
George Chapman, aunque su verdadero nombre era Severin Klosowski, un barbero
polaco de 23 años. Después de los acontecimientos de Whitechapel se descubrió
que Chapman había matado con arsénico a sus tres esposas. En 1903 fue detenido
por el Sargento George Godley, que recibió una efusiva felicitación de
Abberline, su antiguo jefe: “¡Al fin has
cazado a Jack el Destripador!”. (H.L.Adam, “The trial of George Chapman”
1930). Chapman fue ahorcado en abril de 1903, proclamando su inocencia.
Abberline siempre le consideró el asesino de las prostitutas de Whitechapel,
sólo había una cosa que le incomodaba, su edad. La mayoría de los testigos que
habían visto al presunto asesino aseguraban haber visto un hombre de unos 35
años, y Chapman tenía sólo 23 cuando sucedieron los hechos. Por otra parte,
está claro que una persona que alcanza el nivel de violencia al que llegó Jack
no va a emplear arsénico para matar a sus esposas, es un cambio muy radical de
modus operandi.
Otro envenenador que fue sospechoso de ser
Jack el Destripador fue el Dr.T.Neville Cream. Se graduó como médico en Canadá,
en 1876. Poco después conoció a una rica joven llamada Flora Elizabeth Brooks.
El amor llevó a la pasión, y la pasión a que la joven quedara embarazada. Cream
no se lo pensó dos veces y, aun sin experiencia, le practicó un aborto que casi
le cuesta la vida a Flora. El padre de la joven, encolerizado, les obligó a
casarse. Así lo hicieron en septiembre de 1876. Al día siguiente se marchó a
Inglaterra y volvió unos años después.
Dr.Cream |
De nuevo en Canadá, Cream, sin
remordimientos por su anterior experiencia, se hizo médico abortista. Todo le
iba bien, hasta que sucedió algo que estuvo a punto de acabar con todo lo
conseguido: se encontró en su despacho el cuerpo de una joven criada llamada
Kate Gardener, con un bote de cloroformo a su lado. Esta vez Cream tuvo suerte,
ya que no fue acusado de asesinato. Aun así, el buen doctor decidió trasladar
su negocio a Chicago, donde en 1880 fue arrestado por el homicidio de Julia
Faulkner, que había muerto en extrañas circunstancias. Sin embargo otra vez
apareció su suerte y tampoco pisó la cárcel por este hecho. Como Cream era un
hombre emprendedor, empezó a vender un elixir creado por él para combatir la
epilepsia. Entonces apareció Daniel Stott, que se convirtió en uno de sus
clientes. Al Stoott no se le ocurrió otra cosa que mandar a su mujer a buscar
su medicina a la consulta de Cream, y a ella le daba un “tratamiento especial”
Cuando Stott se enteró del romance firmó su sentencia de muerte, ya que la
siguiente dosis de su medicamento tendría un ingrediente extra: estricnina.
La muerte de Stott pasó como muerte
natural, se consideró que la epilepsia que sufría era la causante. Pero, en una
extraña maniobra, Cream mandó una carta al forense. Debido a esa carta el
cuerpo de Stott fue finalmente exhumado y encontraron la estricnina. Cream fue
a prisión, en Illinois. Aunque su condena era de por vida, por buena conducta
quedó libre en 1891.
No tardó en volver a Inglaterra y, tan sólo
dos días después de su llegada, conoció a Matilda Clover, una prostituta que
fue envenenada al poco tiempo con “nux vómica” (nuez vómica). La misma suerte
corrieron Ellen Donworth, Alice Marsh y Emma Shrivell. Al final Cream fue
detenido y condenado a muerte. Cuando la soga lamía su cuello, Cream exclamó:
“¡ Yo soy Jack...!”...y ahí se quedó. Por supuesto, todos pensaron que había
confesado ser Jack el Destripador. Increíble...pero no podía ser, ya que Cream
estaba cumpliendo condena en Illinois cuando el Destripador estaba actuando.
Estuvo en prisión de 1881 a 1891.
Walter Sickert |
"Jack the Ripper's bedroom" Walter Sickert (1909) |
En el 2006 se reunió a un grupo de expertos
en distintas ramas (historiadores, patólogos, perfiladores, etc.) dirigidos por
Laura Richard, jefa del Equipo de Crímenes Violentos de Scotland Yard. La idea
era realizar un retrato robot del asesino de Whitechapel, estudiar sus crímenes
desde otra perspectiva, con técnicas actuales y realizar un perfil, teniendo en
cuenta los testimonios que les parecieron más fiables. El resultado fue el
siguiente: debía tener entre 25 y 30 años, de 165 o 170 cm., de complexión
fuerte, con una cara angulosa de pómulos marcados, con cejas pobladas y un gran
bigote negro.
Retrato robot hecho en 2007 |
Aparentemente era una persona normal, pero
de carácter explosivo y tendente a la violencia. Vivía de forma permanente en
la zona donde se produjeron los crímenes, seguramente cerca de Dorset Street o
Flower and Dean. Posiblemente era inmigrante. Es decir, no era noble ni
pertenecía a las clases más pudientes. Mataba a las personas más accesibles y
no lejos de donde vivía, de lo que conocía.
En el año 2007 se publicó “Jack the Ripper:
The 21st. Century investigación” de Trevor Marriot, un detective de homicidios
de Estados Unidos. Según Marriot el verdadero Jack no es otro que Carl
Feingenbaum, un marino mercante alemán. Es muy probable, debido a su profesión,
que hubiera estado en el Easte End en la época de los crímenes, aunque este
extremo no se ha podido comprobar. En 1896 fue ejecutado por asesinar a su
casera, Juliana Hoffman, en Estados Unidos. La degolló, pero apareció el hijo
de la mujer y Carl huyó. Nunca se sabrá si iba a mutilar el cuerpo o no. El
caso es que su abogado, el Dr. William Lawton, declaró a la prensa que su
defendido era, ni más ni menos, que el propio Jack el Destripador. El otro
abogado de Feingenbaum negó lo afirmado por su compañero. Lawton se suicidó
poco después de esto, por lo que sus afirmaciones fueron consideradas
realizadas por un hombre inestable y no se tuvieron en cuenta. Carl Feingenbaum
murió sin satisfacer nuestra curiosidad, nunca afirmó ni negó ser Jack el
Destripador.
Carl Feingenbaum |
A pesar de que Jack nunca fue identificado,
hubo, y hay, un buen número de sospechosos de esconderse tras esta identidad.
Posiblemente nunca se sabrá quién fue y no parece que los archivos sobre la
investigación de Scotland Yard vayan a ser desclasificados en próximas fechas,
a pesar de haber pasado más de 120 años (al final va a ser cierta la teoría de
la conspiración). Se quedan muchas cosas en el tintero: las cartas que se
mandaron con la firma del asesino, las sospechosas de ser Jack o Jill la
Destripadora (algo que creo altamente improbable), la posibilidad de que una
mujer salvara la vida de las prostitutas de Whitechapel (me refiero a Florence
Maybrick acusada de envenenar a su marido, James Maybrick, otro sospechoso), la
aparición de más mujeres asesinadas presuntamente por Jack...en fin, que aunque
parezca que Jack mató y desapareció, no fue así, porque si no ¿qué hacemos
hablando aun de él?. Para terminar, me parece apropiado dejarles con un último
apunte sobre la personalidad de nuestro asesino.
JACK EL LUNÁTICO
El Dr.Lyttelton Stewart Forbes Winslow, un
prestigioso psiquiatra contemporáneo a
Jack el Destripador, alarmado por la violencia de los asesinatos, quiso dar su
opinión al respecto, su perfil. Su teoría era que el asesino de Whitechapel
actuaba influenciado por la luna...es decir, que era un lunático. Pero no se
quedó ahí, para Forbes, Jack tenía que ser un estudiante de medicina, de buena
familia y de fuertes convicciones religiosas. Seguramente creía que Dios le
había designado para llevar a cabo una gesta, una labor de limpieza. Y qué
mejor que empezar por las rameras, lo peor de lo peor...y es que, para muchos,
las mujeres aun simbolizan el pecado, la maldad, cuando en realidad sólo ven
reflejadas en ellas toda la oscuridad que guardan en su interior.
Sinceramente suya
Sara H.Bethencourt
Bibliografía:
Alan Moore y Eddie Campbell: “From Hell”
(novela gráfica) Planeta DeAgostini, 2001
Gabriel Pombo: “El monstruo de Londres. La
leyenda de Jack el Destripador”
Patricia Cornwell: “Retrato de un asesino:
Jack el Destripador. Caso cerrado” , Ediciones B, 2002
Robert Ressler y Tom Shachtman: “Dentro del
monstruo” Ediciones Alba, 2010
Jack London: “Gente del Abismo” © 2002 –
Copyright http://www.librodot.com.
Web:
Artículo publicado originalmente en la revista digital: Cuadernos de Bitácora